miércoles, 10 de abril de 2019

La hora lacrimógena

Las cosas se complican aún más.
Hay incertidumbre por todos lados.
La inseguridad se me sale por los poros.
(Hubo un momento, hace un par de años, en que esta inseguridad era coquetería pura. Vaya).

Sí, estimado lector. Por desgracia aún no me muero.

Pero todo está igual, y se complica.
Estoy desperdiciando mi vida, mi sangre, mi corazón, mis córneas, mis pulmones, todos mis órganos de donante.
Si estuviera en China, tal vez haría algo extremadamente temerario, como escribir palabras al azar en mis redes sociales: "Masacre de Tiananmen", "4 de junio", "libertad al Tíbet", "Kuomingtang", "Taiwán, país independiente", y al final, "Falun Gong", como para rematar(me).
Así, los agentes del partido me secuestrarían, me ejecutarían y me sacarían los órganos (no necesariamente en ese orden) para dárselos a personas que sí se valoran a sí mismas.

Jajaja, yo y mi humor negro y ácido; mi humor es un limón podrido.


Pero es que todavía tengo tanto amor para dar.
Estas horas malditas de madrugada...