miércoles, 25 de enero de 2017

Soneto LXVI

* Era la última estrofa del Soneto LXVI de Pablo Neruda.
* Nunca me atreví a contárselo, a recitárselo, porque hubiera sido evidente y ridículo.
* Su mirada seria siempre me cohibía.
* Verdaderas mariposas carnívoras en mi estómago.
* Me sentía avergonzada. ¿Y de qué, si él ya lo sabía todo de ti? ¿Qué importaba decirle o no decirle que te morías por él?
* Sigue siendo ridículo ahora, más absurdo aún.


En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.



* Maldito dolor que nunca se va.

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