martes, 13 de febrero de 2018

Migajas

Puras migajas...
Sólo está jugando contigo.

¿Por qué le creíste?

sábado, 10 de febrero de 2018

A una semana

Lo tenías todo tan bien calculado, tan imaginado.
Los nudos tan ensayados.
Y a una semana exacta del gran día en el Motel Catedral, tus planes se van a la mierda porque el poeta te lanzó migajas.

Por favor, no le creas.
Sólo está jugando contigo.
No le creas.

No le creas.
No caigas en su juego.
No le creas.

Y deja de llorar. Agh.

viernes, 9 de febrero de 2018

El ataque de llanto de ayer

Queda tan poco tiempo, y no he dejado de llorar.

El ataque de llanto de ayer me dejó deshecha, desganada y sin fuerzas para moverme.
Ni siquiera tuve ganas de escribirle a esa persona por la mañana.

Me puse a llorar en la ducha hoy. 
No paro de llorar.

Que alguien detenga esto, por favor.


Debo respirar.
Inhalar y exhalar.

jueves, 8 de febrero de 2018

Por favor, que alguien detenga esto.
He llorado todo el día, por 8 horas.
Ni siquiera puedo respirar.

Respira

Cinco horas y media llorando casi sin parar.
Debes detenerte y respirar. Aprovechar de respirar.

Mañana vas a donar sangre, y la próxima semana irás a la playa.
Te sentarás en la arena a llorar.
Sentirás el viento costero en tu cara.
El agua salada en tus mejillas y en tus pies.
Será una triste despedida.


¿Cómo pude imaginar que él querría acompañarme?
¿Cómo pude pensar en algo tan imposible?
¿Cómo pude ilusionarme tanto (otra vez)?
No quiero seguir llorando.

Por favor, que alguien detenga esto.

Por favor, que alguien lo detenga.

martes, 6 de febrero de 2018

No tienes derecho

Anoche se me vino a la cabeza la canción "Separated Lives" de Phil Collins. La estuve escuchando varias veces.

♪ You have no right
to ask me how I feel.
You have no right
to speak to me so kind. ♫


Esta entrada será como de la típica ex despechada, si es que me puedo autodenominar "ex".


Hace una semana, el poeta me dijo que estaba preocupado por mí.
Obviamente no le creí ni una mierda (tengo que usar esa palabra necesariamente).
Después de todo el daño que me hizo, claramente no le iba a creer.
Ya no puedo creerle. No quiero creerle.

Digo que ya nada puede hacerme daño, pero si le creo, aunque sea un poco, me pondré a llorar.
... Ya me puse a llorar. Es como la cuarta vez en el día.

Y sin embargo, me sigue haciendo daño.
Sin querer le creo.


Mi nivel de masoquismo (e imbecilidad) es impresionante.