martes, 2 de febrero de 2016

Cordillera

* Justo en el momento menos indicado, me pongo a leer las cosas que no debo.
* Es como un punto débil que siempre va a estar ahí.


* En la tarde estuve pensando que podría ir a cumplir las proyecciones, los sueños, las promesas, todo eso sola.
* Lo del sur es un capricho suicida, eso sí.
* Pero no, la idea de todo eso era estar acompañada.
* Si voy sola, tal vez, lo más probable es que haga alguna locura que me deje tetrapléjica.

* Aún guardo el mapa dibujado del primero (de hace cinco años).
* Me di cuenta de que todos los lugares están conectados, como la cordillera.

* Me duele la cordillera.
* Me duele muchísimo.
* Y aún espero...


* Qué ganas de borrar esos planes frustrados de mi cabeza.

* Todo está tan perdido.
* Todo es tan inútil y tan triste. Extremadamente triste.


* ¿Habrá algún punto en que ya no pueda más? ¿Cuál será mi límite?
**(¿Me estoy poniendo a prueba acaso? Toda una masoquista, ah)**
* El ataque de llanto es intermitente, lleva casi once horas, y me está dejando con un dolor de cabeza que aún es soportable.
* Recuerdo haber sentido este mismo dolor de cabeza por llanto incontrolable en dos ocasiones: septiembre de 2013 y noviembre de 2014.



* ¿Le puedo confesar algo, estimado lector? Pero que quede entre nosotros, no se lo diga a nadie:
* Tengo ganas de morir.
**(Sí, otra vez)**


* Mi amigo me dijo que no lo he hecho por nobleza.
* Yo digo que es por cobardía. Y porque en el fondo aún tengo una pequeña esperanza de que ocurra algo, no sé qué.

No hay comentarios:

Publicar un comentario