sábado, 22 de octubre de 2016

Vecino

* Tarde de viernes.
* Dos chicos adolescentes tocan insistentemente el timbre (más bien, los timbres) de la casa.
* Ella no quiere salir a atenderlos. Aún está en pijama.

* Vuelven a tocar los timbres, esta vez de manera simultánea. El "ding dong" suena al mismo tiempo que el "riiiiing".
* Ella se coloca una sudadera sobre el pijama. Abre la puerta y se acerca al portón.
* Su cabello está despeinado.

-¿Sí? -dice ella, mientras mira hacia arriba, a la cara del chico. Qué alto, debía medir más de un metro ochenta.
-Hola, somos de la casa amarilla -dice uno de ellos, mientras apunta con el dedo índice hacia el noreste-, y queríamos avisarle que mañana por la noche va a haber una fiesta, así que vamos a meter un poco de ruido.
-Ah, está bien, no hay problema.

* Luego de que los chicos se fueran, a ella se le ocurrió que pudo decir algo como: "Ah, vives en la casa amarilla, la que tiene una ventana vertical con marco azul en la esquina, esa que tiene una luz amarilla encendida toda la noche. ¿Esa es tu habitación? Es que yo también suelo dormir muy tarde. Espero que nunca hayas sido testigo de mi exhibicionismo."

* Y si así fuera, ella no dejará de pasearse desnuda en su dormitorio casi todas las madrugadas, como esperando por algún contacto físico.

* Ese fin de semana llovió, y sólo se escuchó la música ruidosa a ratos.



* He estado estable por una semana, pero temo que empezaré a desesperar otra vez.
* La estabilidad sólo es pasajera.

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