sábado, 12 de septiembre de 2015

La Séptima Vez

* Esto lo iba a colocar en la entrada anterior, pero resultó demasiado extenso y lastimero.
**(Aquí va)**


* Y ya que estamos dando pena, y a propósito de séptimas veces...
**(No estoy segura de si quiero o debo escribir esto, pero algún día lo iba a hacer)**

* La primera vez que la acosaron sexualmente fue a los dieciséis años.
* Ella estaba en un bus, con su familia; madre, hermana, y abuelos maternos. Iba desde la estación de trenes hacia el hotel. Se encontraba de vacaciones, en HangZhou, China. Era el primer día de los tres que iba a estar en esa ciudad.
* Parecía una turista extranjera, con ese peinado tan poco común (¿tan coreano?).
* Era invierno, y ella llevaba puesta una parka que le llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas, y unos pantalones. Sí, pantalones, éstos eran casi obligados, aunque ella no quisiera.
* Detrás de ella se colocó un hombre, el cual debió tener unos cuarenta años. Era un tipo robusto. Vestía una chaqueta de cuero café.
* Empezó como siempre empezarían estas cosas, el dorso de la mano (de él) pegada a su cadera.
* Era tan inocente. Jamás se lo imaginó.
* En esa época, ella estaba enamorada de un compañero de colegio, al otro lado del mundo.
* Al principio pensó que el tipo cargaba un bolso, o un maletín, y que por eso su dorso estaba ahí. Es que el bus estaba lleno, eran como las 18:00 horas.
* Pasaron unos minutos así, del dorso insistente en su cadera y su trasero, para que el tipo adquiriera "confianza" y volteara su mano, y la tocara con la palma completa, a través de su parka negra. El hombre no llevaba ningún maletín.
* Aún no lo quería creer.
* El tipo le pellizcó el trasero. Le dolió.
* Sintió soplidos del hombre en su oído izquierdo.
* Esa mano derecha alcanzó su entrepierna por detrás, a través del abrigo. Se quedó helada.
* Pensó en contárselo a su hermana, decírselo en español, como conversan siempre. Seguramente hubiera hecho algo, pero no se atrevió. Temió que su abuela se enterase y sufriera algún ataque cardíaco ahí mismo.
* Los quince o veinte minutos restantes del viaje se le hicieron eternos.

* Al llegar a la habitación del hotel, le contó a su hermana.
* Su hermana se enojó con ella por no haber hecho nada, y no le habló hasta la noche siguiente.
* Escribió el hecho en su agenda, una especie de diario de vida que siempre llevaba. Deseó que el tipo fuera atropellado por un camión.
* Cuando se bañó esa noche, se restregó las caderas y el culo con todas sus fuerzas, con rabia, y se puso a llorar.
* No pudo disfrutar de los días siguientes en la feria, el salón de té, ni en el Lago del Oeste.

* Cuatro años más tarde, cuando ella tuvo a su primer novio, el mismo del que estuvo enamorada antes, decidió contarle lo que le había pasado en HangZhou.
* Él también la culpó por no haber reaccionado.
* Dijo que se había dejado tocar, que ya no era pura. Bueno, él nunca la consideró "pura" (más bien "puta").
* Dijo también que si le ocurriera eso ahora, y no hiciera nada, sería como traicionarlo.
**(Ah... Esta sociedad, siempre culpando a la víctima)**

* Cada vez que lee el nombre de esa ciudad, se le viene ese recuerdo a la mente.


* La segunda vez que la acosaron sexualmente fue a los veintidós años, tres semanas después de terminar con su novio.
* Aún estaba afectada por la ruptura, no tenía ganas de nada.
* Era primavera. Llevaba puesto un vestido blanco con flores violetas, y encima, un suéter negro.
* Iba a la universidad en hora punta de la mañana, en un microbús.
* Detrás de ella se subió un tipo bastante normal, que por su vestimenta parecía trabajar en la construcción.
* Empezó igual, con el dorso de la mano en su cadera, y luego la palma.
* De verdad, ella no tenía ganas de pasar por lo mismo.
* Estuvo largo rato pensando en cómo reaccionar, porque debía y quería enfrentar al hombre.
* Sintió la mano del tipo sosteniéndola de la cadera derecha, y el pene palpitante frotándose a su trasero, como si tratara de follarla.
* Pensó un poco más, y su reacción final fue voltearse para mirar de frente al hombre y decir: "¡¿Le importaría dejar de tocarme?!"
* Varios pasajeros que estaban a su alrededor la oyeron, pero nadie hizo nada (bueno, eso es típico, ¿no?).
* El hombre, después de todo, tuvo cara para responderle: "Oh, perdón."
* Después de esa gran hazaña, ella se volteó otra vez. Sintió las piernas temblorosas, su corazón empezó a latir muy fuerte, y se le humedecieron los ojos. Una señora la vio así, pero tampoco hizo nada.
* Luego, cuando el microbús se fue vaciando, y ella logró avanzar, se percató de que el mismo hombre que antes la había manoseado, hizo lo mismo con otras tres mujeres.
* El tipo se merecía un rodillazo en los testículos.
* Ninguna de esas tres mujeres logró reaccionar.


* La tercera vez, ocurrió dos meses después del evento anterior.
* Era de mañana, también en un microbús.
* Se le acercó un hombre bien vestido, con traje negro y corbata, de unos cuarenta y tantos.
* El hombre llevaba un maletín en su mano derecha, y acercó el dorso a la cadera de la chica.
* Ella volteó un poco su cabeza, y su única reacción fue decir: "Deje de tocarme..."
* El hombre se alejó, y se bajó un par de paradas después.


* La cuarta vez fue en el mismo mes.
* Era de mañana, y ella tuvo la suerte de irse sentada en el bus.
* Iba sentada en el lado del pasillo.
* Se acercó un hombre que llevaba un bolso blanco cruzado. Él se pegó al asiento de ella, y frotó sus genitales en su hombro.
* Ella no quería creer lo que estaba ocurriendo. Nunca quiere creerlo, a decir verdad.
* Pensó en reaccionar, pero no se le ocurrió cómo.
* ¿Ponerse de pie, y decir en voz alta: "Deje de frotar su pene con mi hombro", o "el tipo de bolso blanco está restregando su pene a mi hombro"?
* ¿Cómo reaccionaría usted ante algo así, estimado lector?
* Él, viendo que ella no se atrevía a enfrentarlo, puso su mano sobre el cuello de la chica, camuflándose con unas hojas de papel impresas que traía.
* Pasó la mano por el cuello, hombro y espalda de ella, como acariciándola.
* Al final, ella se bajó antes que él. Y sintió asco en su hombro izquierdo.


* La quinta vez ocurrió cinco meses después.
* Era de tarde. Ella iba en Metro junto a un compañero y una compañera de universidad. Iban al Centro, a analizar el lugar, para un trabajo.
* Se dirigían desde estación Baquedano, para bajarse en Plaza de Armas.
* Sus compañeros se fueron conversando, y ella, como siempre, callada y medio apartada.
* Por su derecha se le acercó un hombre joven, que traía puesta una camiseta de cierto equipo de fútbol chileno.
* El tren subterráneo no estaba tan lleno, así que ella se dio cuenta de lo que trataba.
* El dorso de la mano izquierda del tipo empezó a tocar su cadera.
* Esperó un momento. ¿Acaso esperaba a que el hombre se arrepintiera o se cansara?
* Ella giró su cabeza como la otra vez, y dijo, también como la otra vez: "Deje de tocarme..."
* El tipo se alejó.
* Ninguno de sus compañeros se percató de la situación.
* Al bajarse en la estación Plaza de Armas con sus compañeros, en el andén, ella tuvo que pedir un par de segundos para calmarse. Le temblaban las piernas.
* Le reveló a sus compañeros que había un tipo al lado que la acababa de manosear. De verdad ninguno se había dado cuenta.
* Ellos le dieron contención.
* Su compañera le dijo que si ella le hubiera avisado en el momento, de seguro habría reaccionado. Siempre trae consigo una llave inglesa en su mochila, porque a ella también le ha ocurrido.
**(No exagero con eso de la llave inglesa, la he visto, jaja)**

* Esa noche, cuando ya estuvo en su casa, publicó un estado en Facebook, algo relacionado a su falta de agresividad y su carácter cortés.


* La sexta vez pasó cinco días después de lo del Metro. ¿Lo puede creer, estimado lector? ¡Cinco días!
* Era de mañana, y ella fue la última en subir al microbús.
* Quedó literalmente pegada entre la espalda de un hombre y la puerta del bus.
* Sintió la palma de la mano del hombre de adelante tocar completamente su monte de Venus.
* Le hirvió la sangre.
* Pensó en ocupar su alfiler de gancho que lleva siempre colgado de su bolso para estas ocasiones.
* Pero no. Siempre arrepintiéndose.
* Al final, su reacción fue empujar el brazo del tipo, alejándolo, mientras decía: "¡¿Va a dejar de tocarme?!"
* Varias personas la escucharon, pero como usted supondrá, estimado lector, nadie hizo nada.


* La séptima vez que ocurrió, fue tres semanas después de que cumpliera veinticuatro años.
* Ella se dirigía a la universidad en la mañana, en un microbús, como siempre.
* Ella se fue casi pegada a la caseta del conductor, y detrás se colocó un hombre.
* Y lo mismo de siempre: El dorso de la mano tocando su trasero.
* Qué cansada se sentía.
* Su mente estaba en otro lado. En ese tiempo, lo único que pensaba era: "No me quiero enamorar, no me quiero enamorar."
* Al final no hizo nada para detenerlo.
* Cuando el bus se detuvo en un paradero en donde baja y sube mucha gente, ella se volteó, y vio que el hombre que la había toqueteado se estaba bajando.
* Sólo notó que se trataba de un tipo rapado de unos treinta y tantos años, que llevaba puesta una camiseta de color rojo.


* Fin (espero).

3 comentarios:

  1. Lo del alfiler de gancho es muy buena idea, en cierto modo sería devolver la mano. El manoseo se camufla en la multitud: Oh perdón es que está lleno de gente, es imposible no tocar. El manoseador se camufla y la duda le ayuda ¿no será que me confundo? ¿tal vez le es imposible dejar de tocarme porque está lleno de gente?¿cómo saber si la persona lo hace o no con intención?.
    Entonces demos vuelta la situación:el sujeto se pincha, si hay algún reclamo, entonces: perdón señor mi alfiler de gancho fue. Bueno ni siquiera será necesaria esa disculpa, el sujeto no se atreverá a reclamar...y ¿si se atreve? pues que se atreva..perdón señor no me di cuenta.

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    1. * El gran problema es que ella nunca se va a animar a ocupar el alfiler de gancho, por muchas ganas que tenga de usarlo, debido a su carácter benevolente, poco-agresivo, y demasiado-pacífico.
      * Sospecho, tristemente, que ella nunca se va a atrever.

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    2. * Hay otra cosa, además de lo anterior.
      * La rabia ante un hecho así es demasiada, como para que se vaya a través de un pequeño alfiler de gancho. Necesita ser expresada en palabras.
      **(Es un modo de verlo muy personal, claro. Algunas(os) preferirán el alfiler)**

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