sábado, 16 de mayo de 2015

Nudillos Prominentes

* Vengo a decir dos cosas:
* La primera y la más importante, aunque totalmente irrelevante para cualquier persona: Hoy es el día de ese evento del que escribí hace un par de semanas.
**(Aunque en realidad, el "evento general" comenzó hace algunos días)**
* Hasta ahora van cinco mil ciento veintidós personas, según Facebook.
* ¿Podría reconocerlo entre más de cinco mil personas?

* He decidido que no voy a ir, y que estaré toda la tarde en casa, frente al computador, lamentándome por no haber ido y preguntándome si lo habría visto ahí si hubiera ido.
* Y las lamentaciones de siempre. Y después, las pseudo-culpas de siempre, y que no debería imaginarme esas cosas que no son probables que ocurran.

♪ ¿Quiere flores señorita, quiere flores el señor?
* Eso no tuvo relación con el evento al que pretendía o fantaseaba asistir.
* ...Aunque con algo debe relacionarse, de lo contrario no lo habría escrito.


* La segunda, y para nada importante: Mi inversión que debiera durar diez años.
**(Eso que escribí hace un mes)**
* Y me retracto; no es como tener un pene atravesado, fue sólo esa vez.
**(Risas)**
* Pero sí, tengo esa sensación, en estos instantes -no sé si usted lo habrá sentido alguna vez, estimado lector o lectora-, de nudillos prominentes que presionan los labios menores en un fisting. Me estoy refiriendo sólo a la sensación de los nudillos, no a la del fisting, aclaro.
**(Jajaja, tal vez el lector no tenga idea de por qué estoy escribiendo esto, o qué me motivó a hacerlo, o de qué se trata mi "inversión")**

* Ojalá mi próxima pareja (si es que la tengo, claro) no tenga las manos huesudas...
* Obviamente esa característica no es excluyente.
**(Risitas)**



* Aclaro algo más, respecto a la entrada anterior:
* Cuando me prometí que no me declararía nunca más, no lo hice a los dieciséis años; fue a los nueve, mi primer rechazo amoroso.
* No deja de ser un recuerdo sumamente triste.
* Lo que (me) ocurrió a los dieciséis fue una canallada. Siempre me parecerá una canallada, debo admitirlo.
* Nunca se me olvidará. No hay olvido para esas cosas.

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