viernes, 23 de octubre de 2015

Impregnante

* Ayer una compañera de curso me dijo que me había visto (anteayer) en la biblioteca por mucho tiempo.
* Entonces, yo le confesé que estuve allí por nueve horas. Ella se sorprendió.
* Ojalá no me haya visto llorar.


* Ayer tuve una actividad académica en la biblioteca del Museo Histórico Nacional.
* De seguro a esa persona le habría gustado entrar; el olor a libros allí era impregnante.
* Al salir del museo, me llevé las manos a la nariz. Mis dedos olían a papel envejecido.

* Me perdí un poco por el Centro. Tuve que recorrer varias cuadras para encontrar el paradero de microbuses, debido a los arreglos de calles.
* El día estuvo triste.
* Compré un helado de chocolate que resultó más caro de lo esperado.
* Me puse a llorar, para variar.
* Habían sólo tres pasajeras más en esa micro grande, casi vacía. El bus, por los arreglos y desvíos en el Centro, estuvo más de una hora en un embotellamiento. Allí, como aprovechando ese tiempo, se me cayeron un par de lagrimitas tontas.

* "¿Cómo permitiste que te ocurriera esto? ¿Cómo dejaste que te hirieran así?", me reclamé a mí misma.
* ¿Por qué te enamoraste tanto? ¿Por qué le entregaste así tu corazón?
* Sabías que esto podía pasar.

* Intento recuperarme.
* Estoy convaleciente.
* Tengo una pésima cicatrización, eso usted lo sabe, estimado lector.

* Y de pronto, en el microbús, se me vino eso de "no habrá ningún dolor que unos besitos no puedan sanar".
* Qué cierto sería eso.
* Y lo único que quise -y quiero- era volver a ser abrazada por él y sus brazos.
* Oh, sus brazos.
* Abro y cierro las piernas, como por ansiedad y para estimularme sin pudor.
**(Jajaja, sí, en la micro)**

* Qué dependiente me he vuelto.

* ¿Qué habrá hecho (o no hecho) para tenerme así?

No hay comentarios:

Publicar un comentario